CÓMICS


A pesar de no conocernos, nuestra relación con los cómics durante la infancia y adolescencia ha sido parecida. Eran un objeto de deseo frustrado por la vaga economía de la clase media. Una familia en los años 80 con un vulgar salario no podía permitir que el niño gastase dineros cada semana en cuadernillos de superhéroes. Yo, con un esfuerzo considerable, reunía y cambiaba los Don Mikis o los libretos de HULK usados que pasaban por mis manos. Lo peor que podía pasar era encontrar un número perdido y gastado de la Marvel de esos que acababan con un CONTINUARÁ. Sabía que jamás conocería el final de la historia.
En más de una década conseguí mi máximo logro, un buen montón de Súper López, mi viñeta local favorita.
Ahora, con algo más de pela en el bolsillo, quizá sea demasiado tarde, y además, lo que escasea es espacio en nuestro apartamento. El caso es que tengo unos primos dibujantes de cómics venidos a ilustradores (de algo hay que comer) y nos reunimos con ellos cada 6 meses en alguna cena familiar. En la última, con alguna copa de más en el estómago, hablamos de la posibilidad de hacer algún trabajo en común. Nosotros pondríamos el guión, quizá la planificación, y ellos pondrían el arte gráfico.
Quizá algunas de nuestras ideas desechadas por caras de producir o demasiado transgresoras para funcionar ante el público, puedan acabar dibujadas en un libreto que,todavía hoy es un artículo de lujo para la mayoría de jóvenes.
Si quieren echar un vistazo al trabajo de ilustración de Sergio, Darko y su equipo, pueden hacerlo en www.artesecuencial.com