JUANA'S ADICSIÓN
Corría Agosto de 1993 en Fresno, una ciudad prefabricada en medio del desierto de la California profunda a medio camino entre L.A. y Las Vegas. Yo era un chaval de provincias sin mucha experiencia en viajes. Lo más lejos que había pisado era Andorra de fin de semana en busca de unos Levi's de ocasión.
Fresno era el lugar más aburrido que jamás he conocido. Nada que ver con los surferos, las tías buenas patinando en bikini o el rollito decadente posthippie de Venice.
Aquella noche de verano salí con algunos colegas, y tras beber unas cervezas escondidos en un parking como si fuésemos unos yonkis (contábamos con 18 añitos, edad ilegal para ingerir alcohol) acabamos en un concierto de un grupo raro-raro, algo espeluznantemente original para un iletrado musical como yo. Su sonido era una mezcla indescifrable entre melodía infantil, voz machacona a lo NOFX y acordes trash metal bastante agresivos para aquellos tiempos. Su puesta en escena y su estilo eran algo difícil de describir, diferente a todo lo que había visto antes. Como si mezclasen el punki más antiguo de Bad Religion con el mariconeo de Boy George. Para que se hagan una idea, eran como la versión menos comercial y arriesgada de los Red Hot Chili Peppers. Vean, vean...
Debo decir que esta canción es de lo más lento que he escuchado de Los JANE'S ADDICTION. Aquella noche consiguieron perturbarme durante mucho tiempo. A la vuelta a España ahorré y compré algunos discos de este grupo tan especial y diferente. Tras 15 años continúan teniendo un sonido muy propio y personal, algo de lo que pocos grupos musicales pueden presumir.
¿A cuento de qué les cuento esto ahora? Si no son seguidores de los Juanas Adicsión (como se hacen llamar ellos mismos), conocerán el grupo por ponerle la banda sonora a la genial Entourage (El séquito), una serie que estoy seguro no necesita presentación. Si están leyendo esto es probable que estén esperando la quinta temporada o ya se la hayan visto subtitulada. Y ya que estamos, les cuento una falacia de la serie: L.A. no está repleto de tías buenas, o al menos, no es lo que predomina. Palabrita del niño Jesús.