LA PAJA EN EL OJO PROPIO


Andamos desde hace poco rodeados de docenas de carpesanos y folios encuadernados, la gran mayoría ajenos; la parte mala es que dado el tamaño de nuestro apartamento, nuestro espacio vital se ha reducido. La parte buena es que no vamos a dejarnos los ojos en una pantalla de ordenador. En definitiva, que nos han encargado un trabajo como analistas de guiones. Ya podían regalarnos un e-book de esos tan monos y estaríamos tan contentos, ¿no? Pero no caerá esa breva...
Por otro lado estamos desarrollando viejas ideas, preparando nuevos proyectos, en definitiva, escribiendo y reescribiendo. Así que este post irá sobre los cimientos, la receta o la herramienta guía de cualquier película. Sí, el maldito guión.
Olvídense de comprar libros escritos por Robert McKee o similares. Pídanselos a sus amigos de profesión para hojearlos si les entra el pánico de la hoja en blanco. Hacen bonito en la estantería, y vale, lo que dicen está bien conocerlo, aunque sea para empezar de cero y luego no hacer ni caso. Fíense más de los bloguionistas; gente mucho más cercana a su realidad. Con un paseo por sus artículos aprenderán más que en cualquier curso de guión de verano en Villabotijos. Pero sobretodo, después de conocer manuales y tutoriales e intercambiar experiencias con otros profesionales, fíense de su intuición. No sabemos si acertarán, pero al menos tendrán más probabilidades de encontrar ese camino original y único que casi todos buscamos.
No queríamos dar consejos sobre guión, pero, deformación profesional o necesidad de dar sentido a este escrito, el hecho es que ya es inevitable hacerlo. Y aquí va otra de esas advertencias clásicas y supermanidas: usen un editor de texto especializado para guiones. Si hacen un guión de corto de 20 páginas, pueden usar el word sin problemas. Cualquier cambio que le hagan le costará poco trabajo. Pero si deben escribir 150 páginas por encargo y con fecha de entrega, estarán locos si no usan un programa específico. Tras catorce versiones de guión, cientos de cambios, secuencias añadidas o eliminadas, diálogos corregidos y mil cambios más, no tendrán que dar un formato estándar al guión, ni recontar las secuencias, ni escribir los personajes y vincularlos con sus diálogos... ¡porque el programa lo hace él solito! No saben lo puede supone eliminar una sola línea de un guión de largo en un word. No lo quieran saber. Usen por ejemplo Celtx, que además es gratis. Si se meten en el mundo profesional, deberán usar en Final Draft. No es que sea mejor, es que se ha convertido en el estándar. Cualquiera de los dos les ahorrará muchas horas de trabajo de formateo en la reescritura.
Probablemente esto, como casi todos los consejos básicos, ya lo sabían. ¡pero aplíquenlo! Nosotros también odiamos la fuente courier, pero el estándar es el estándar. Lo original debe ser el contenido, no la presentación.
Esto es lo fácil. Lo difícil es la fórmula del éxito de un guión. Aquello que lo hace único. El alma. Es algo intangible, pero se siente. Es como la relación matemática entre los números primos. Tras más de 20 siglos, todo el mundo intuye que existe, pero nadie ha sabido descifrarla.
Lo único que podemos asegurarles es que ser realmente original en una idea es extremadamente difícil. Al enfrentarnos a todos estos guiones anónimos, hemos encontrado muchas historias que se repiten, una y otra vez. Y lo peor de todo es que nos hemos percatado que aquella idea superoriginal que nos entusiasmaba y que algún día llevaríamos a cabo la piensan cada día doscientos guionistas, les entusiasma a 150 y de esos un buen porcentaje piensan que algún día la llevarán a cabo. Si leyésemos más libros o viésemos cine clásico, sabríamos que esa idea ya ha sido llevada mil veces a la pantalla.
Así que les dejamos con sus cosas y seguimos con las nuestras.

Por cierto, si desean hacer un seguimiento de MENÚ EQUIVOCADO, háganlo desde aquí. Esto de bloguear se está quedando un poco desfasado, ¿no?